Corriendo con cabeza
Por primera vez desde que empecé a correr creo que he conseguido hacer una carrera con "cabeza". El día se anunciaba muy caluroso, y así fue. A las ocho de la mañana había 15 grados muy agradables, pero para las 10 la temperatura ya se acercaba a 25º. La noche previa a la carrera dormí poco, entre los nervios, la luz que entra por la ventana pronto (a ver si arreglamos esas contraventanas) y los "gaupaseros" que pasan dando gritos camino de la discoteca. A las siete ya estaba en pie, dos horas antes de la carrera. Tenía algo de hambre, así que en contra de las recomendaciones de no comer las tres horas antes de la carrera, desayuné café con leche, zumo y una tostada con aceite de oliva. La verdad, en carrera no sentí pesadez de estomágo. A las ocho y veinte salgo caminando hacia la salida, ya con la equipación: culotte, camiseta sin mangas, gorra, gafas de sol, mp3... y habiéndome puesto protección solar, que con lo blanco que soy es imprescindible. Tres kil